jueves, 2 de agosto de 2012

Historia del cine: Los inicios

Acaso la curiosidad y el afán del hombre por registrar su historia -documentarse, verse a sí mismo- promovió el surgimiento de la primera manifestación artística de masas que conmovió al mundo entero: el cine.


El cine, llamado también "séptimo arte" constituyó la primera expresión artística de carácter masivo. Y en poco más de un siglo, la cinematografía ha producido la mitología más universalmente extendida de todos los tiempos.
Apenas surgido, se expandió por todos los rincones del mundo -quizás debido a su doble carácter de ser un producto artístico e industrial.


Los inicios
El cine se desarrolló científicamente antes de que sus posibilidades artísticas o comerciales fueran conocidas y exploradas.
Uno de los primeros avances científicos que llevó directamente al desarrollo del cine fueron las observaciones de Peter Mark Roget, secretario de la Real Sociedad de Londres, que en 1824 publicó un importante trabajo científico con el título de: "Persistencia de la visión en lo que afecta a los objetos en movimiento", en el que establecía que el ojo humano retiene las imágenes durante una fracción de segundo posterior al momento en que el sujeto deja de tenerlas delante. Este descubrimiento estimuló a varios científicos a inventar diversas vías para demostrar el principio.
Tanto en los Estados Unidos como en Europa, se animaban imágenes dibujadas a mano como forma de diversión, empleando dispositivos que se hicieron populares en los salones de la clase media. Concretamente, se descubrió que si 16 imágenes de un movimiento que transcurre en un segundo se hacen pasar sucesivamente también en un segundo, la persistencia de la visión las une, haciendo que se vean como una sola imagen en movimiento.
El zootropo y el praxinoscopio fueron los primeros aparatos en los que los dibujos impresos se veían como imágenes en movimiento.
En aquellos mismos años, William Henry Fox Talbot en el Reino Unido y Louis Daguerre en Francia trabajaban en un nuevo descubrimiento que posibilitaría el desarrollo del cinematógrafo: la fotografía, ya que sin este invento previo no existiría el cine.
Hacia 1852, las fotografías comenzaron a sustituir a los dibujos en los artilugios para ver imágenes animadas. En 1861 el inventor estadounidense Coleman Sellers patentó el kinematoscopio, que lograba animar una serie de fotografías fijas montadas sobre una rueda giratoria con paletas.
A medida que la velocidad de las emulsiones fotográficas aumentó, fue posible fotografiar un movimiento real en vez de poses fijas de ese movimiento. En 1877 el fotógrafo angloestadounidense Edward Muybridge empleó una batería de 24 cámaras para grabar el ciclo de movimientos del galope de un caballo.
Un paso relevante hacia el desarrollo de la primera cámara de imágenes en movimiento fue el que dio el fisiólogo francés Etienne Jules Marey, cuyo cronofotógrafo portátil movía una única banda que permitía obtener doce imágenes en una placa giratoria que completa su revolución en un segundo. Sin embargo, su tira de película consistía en un papel mojado en aceite que se doblaba y se desgarraba con facilidad. Hacia 1889, los inventores estadounidenses Hannibal Goodwin y Georges Eastman desarrollaron más tiras de emulsión fotográfica de alta velocidad (que necesitaban poco tiempo para impresionarse) montadas en un celuloide resistente: su innovación eliminó un obstáculo esencial para la experimentación más eficiente con las imágenes en movimiento.

Paralelamente William K.L. Dickson (ayudante de Thomas A. Edison) diseñó un sistema de engranajes (aún hoy empleado en las cámaras actuales) que permitía que la película corriera dentro de la cámara. Fue él quien por primera vez, en 1889, lograra una rudimentaria imagen con sonido. El kinetoscopio, patentado por Edison en 1891, tenía unos 15 metros de película en un bucle interminable que el espectador -individual- tenía que ver a través de una pantalla de aumento. El artefacto, que funcionaba depositando una moneda, no puede considerarse por tanto un espectáculo público, y quedó como una curiosidad de salón que en 1894 se veía en Nueva York, y antes de finalizar ese año en Londres, Berlín y París.


Nace el cine como entretenimiento masivo

Los experimentos sobre la proyección de imágenes en movimiento visibles para más de un espectador se estaban desarrollando simultáneamente en Estados Unidos y en Europa; en Francia, los hermanos Louis y Auguste Lumière -pese a no contar con la gran infraestructura industrial de Edison- llegaron al cinematógrafo, invento que era al tiempo cámara, copiadora y proyector, y que es el primer aparato que se puede calificar auténticamente de cine, por lo que la fecha de su presentación pública, el 28 de diciembre de 1895, y el nombre de los inventores son los que han quedado reconocidos universalmente como los iniciadores de la historia del cine.


Los hermanos Lumière produjeron además una serie de cortometrajes con gran éxito, de género documental (aunque todavía no se había acuñado ese término), en los que se mostraban diversos elementos en movimiento: obreros saliendo de una fábrica, olas rompiendo en la orilla del mar. "El regador regado" podría constituir la primera "comedia", y uno de sus cortometrajes más efectistas para demostrar las posibilidades del nuevo invento fue el que mostraba a un tren correo avanzando hacia el espectador, lo que causó el susto de los que lo veían.

El cine que se producía mientras en el estudio de Edison era más teatral: números circenses, bailarinas y actores dramáticos que actuaban para las cámaras. Pero para entonces el equipamiento elemental ya había sido estandarizado siguiendo el modelo del cinematógrafo de los hermanos Lumière, y las películas se comenzaron a comercializar a escala internacional.



Las primeras películas de ficción
En 1896 el ilusionista francés Georges Méliès demostró que el cine no sólo servía para grabar la realidad, sino que también podía recrearla o falsearla. Con estas imaginativas premisas, hizo una serie de películas que exploraban el potencial narrativo del nuevo medio, dando inicio al cine de una sola bobina.

En un estudio en las afueras de París, Méliès rodó el primer gran film puesto en escena cuya proyección duró cerca de quince minutos: "L'affaire Dreyfuss" (El caso Dreyfuss, 1899) y filmó "Cendrillas" (Cenicienta, 1900) en 20 escenas. Pero sobre todo a Méliès se le recuerda por sus ingeniosas fantasías como "Viaje a la luna" (1902) y "Alucinaciones del barón de Munchhausen", en las que experimentaba las posibilidades de los trucajes con la cámara de cine. Méliès descubrió que deteniendo la cámara en mitad de una toma y recolocando entonces los objetos de la escena antes de continuar podía, por ejemplo, hacer desaparecer los objetos. Del mismo modo, retrocediendo la película unos cuantos centímetros y comenzando la siguiente toma encima de lo ya filmado, lograba superposiciones, exposiciones dobles y disoluciones (fundidos y encadenados, como elemento de transición entre distintas escenas). Sus cortometrajes fueron un éxito inmediato de público y pronto se difundieron por todo el mundo. Aunque hoy en día parecen poco más que curiosidades, son precursores significativos de las técnicas y los estilos de un arte entonces balbuceante.




Hasta entonces y por mucho tiempo la cámara se emplazaba cual director de orquesta o espectador de teatro privilegiado, inmóvil frente a la escena.
Fue un grupo de fotógrafos y cineastas que integraban la Escuela de Brighton en Inglaterra quienes revolucionaron el lenguaje y sentaron las bases de lo que hoy conocemos como relato cinematográfico.

Realizadores como George Albert Smith, Frank Mottershaw y James Williamson, entre otros, abandonaron la cámara fija para contar a través de planos, desde diferentes puntos de vista.
Entre sus aportes más importantes tenemos:

  • Fragmentación de la escena en planos: PP, PM, PG
  • Uso de los movimientos de cámara con sentido dramático
  • Uso del plano y contraplano
  • Alternancia de escenas con sentido dramático (persecusiones, por ejemplo)
  • El chroma key
El escocés Edwin S. Porter que trabajaba en el estudio de Edison tomó varios e estos elementos de la escuela de Brighton, se le atribuye en ocasiones la paternidad del cine de ficción con la realización de "Asalto y robo de un tren" en 1903.
A esta película de 8 minutos se le atribuyen una serie de mèritos (el montaje de escenas filmadas en diferentes momentos y lugares para componer una unidad narrativa; la utilización del primer plano como truco impactante) que se pueden apreciar en los cineastas de Brighton.


"Asalto y robo de un tren" tuvo un gran éxito y contribuyó de forma notable a que el cine se convirtiera en un espectáculo masivo.
Las pequeñas salas de cine, conocidas como nickelodeones, se extendieron por los Estados Unidos, y el cine comenzó a surgir como industria. La mayoría de las películas, de una sola bobina, de la época eran comedias breves, historias de aventuras o grabaciones de actuaciones de los actores teatrales más famosos del momento.

La duración de las películas y el cine mudo
Entre 1909 y 1912 todos los aspectos de la naciente industria estuvieron bajo el control de un trust estadounidense, la MPPC (Motion Pictures Patents Company), formado por los principales productores. Este grupo limitó la duración de las películas a una o dos bobinas y rechazó la petición de los actores de aparecer en los títulos de crédito. El trust fue desmontado con éxito en 1912 por la ley antitrust del gobierno, que permitió a los productores independientes formar sus propias compañías de distribución y exhibición, por lo que pudieron llegar hasta el público estadounidense obras europeas de calidad, como "¿Quo vadis?" (1912, de Enrico Guazzoni), de Italia, o "La reina Elisabeth" (1912), de Francia, protagonizada por la actriz Sarah Bernhardt.
El ejemplo, sobre todo de Italia, que en 1912 con 717 producciones era el cine más potente del mundo, llevó a los productores estadounidenses a la acción, viéndose obligados a hacer películas más largas, en las que los directores tuvieran también una mayor libertad artística, y los actores figuraran en los títulos de crédito, lo que hizo indefectiblemente que algunos de éstos se convirtieran en los favoritos del público. Como resultado, siguió un período de expansión económica y artística en el cine de este país.

LA ERA DEL CINE MUDO
Cinematografías nacionales
 
Estados UnidosD.W. Griffith
El cineasta más influyente del período mudo en la naciente industria estadounidense fue el productor y director David W. Griffith, que en 1908 desarrolló la producción desde los estudios Biograph, en Nueva York.
En su filme "Después de muchos años" (1908), Griffith dio a los planos un sentido narrativo funcional. Por primera vez se empleó intencionalmente el primer plano con un sentido dramático, y desde el punto de vista estructural recurrió a la digresión, el montaje paralelo y los saltos atrás en la acción, lo cual provocó descontentos y acusaciones de que nadie entendería esos recursos.

Griffith es, desde el punto de vista del montaje, el gran maestro de la "aceleración rectilinea" y del simple "aumento del tempo".

Griffith, además de introducir estas novedades en cómo colocar la cámara, hizo también evolucionar la puesta en escena, y formó y dirigió su propia compañía de actores hacia un modo de interpretación más naturalista (como por otra parte requerían los planos más cercanos de los intérpretes).
En su escuela se formaron futuras estrellas como Mary Pickford, Lillian Gish o Lionel Barrymore.
Films: "Judith of Bethulia" (1913); "El nacimiento de una nación" (1915); Intolerancia (1916); "Huérfanas de la tempestad" (1921); "Sally, la hija del circo" (1925).


El traslado a Hollywood
Entre 1915 y 1920 las grandes salas de cine proliferaron por todo el territorio de los Estados Unidos, mientras la industria se trasladaba de los alrededores de Nueva York a Hollywood, pequeña localidad californiana junto a Los Ángeles donde los productores independientes como Thomas Harper Ince, Cecil B. de Mille y Mack Sennett construyeron sus propios estudios. Ince introdujo el sistema de unidades, en el que la producción de cada película estaba descentralizada -se trabajaba por obra-, con lo que se podían hacer simultáneamente varias películas, cada una de ellas supervisada de principio a fin por un jefe de unidad -un productor ejecutivo- que dependía a su vez del jefe del estudio.
Se produjeron así cientos de películas al año como respuesta a la creciente demanda de las salas. La inmensa mayoría eran westerns, comedias de tortazos y resbalones y los elegantes melodramas como el de Cecil B. de Mille "Macho y hembra" (1919), protagonizado por Gloria Swanson.
Ince por su parte se especializó en la guerra de secesión americana y el lejano oeste, sin concesiones al sentimentalismo, en los que destacó el entonces popular vaquero William S. Hart.

Películas cómicas mudas
Mack Sennett llegó a ser entonces el rey de la comicidad, introduciendo en la pantalla el estilo de payasada de los espectáculos de variedades, en una serie de imaginativas películas protagonizadas por los famosos Keystone Kops.
Su estilo en conjunto era nuevo, ya que fundía elementos del vodevil, el circo, las tiras cómicas y la pantomima teatral, con un sentido del ritmo en el que él era un verdadero maestro. Sennett decía que un gag debía plantearse, desarrollarse y completarse en menos de 30 metros de película (que equivalen a menos de un minuto de proyección). Tenía un talento especial para crear una atmósfera en la que el temperamento artístico de cada cómico pudiera brillar. Sennet fue un gran descubridor de talentos; entre los que trabajaron con él destacaron Marie Dressler, Mabel Normand, Fatty Arbuckle, Gloria Swanson, Harold Lloyd, Wallace Beery y un nuevo cómico inglés cuyo nombre artístico era Charlie Chaplin.

Charles Chaplin
Chaplin era un cómico genial cuyos trabajos darían brillo a la pantalla. Su sola presencia era suficiente para asegurar el éxito comercial de una película. Fue la primera estrella internacional y una leyenda viva desde su juventud, rompiendo con cada nueva producción los récords de taquilla anteriores.
Su personaje del vagabundo Charlot mezclaba de una forma única la comedia sentimental, la sátira social y el patetismo de la naturaleza humana, convirtiéndose en un arquetipo universal.


Este personaje fue creciendo a lo largo de sus películas "El vagabundo" (1915), "Vida de perros" (1918), "El pibe" (1921) y la obra maestra "La quimera del oro" (1925).
En 1919, tras sus primeros éxitos, Chaplin, junto con D.W. Griffith y los dos actores más famosos del momento, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, forman la productora United Artists, precursora del star system, e iniciadora de la época de oro del cine mudo en los Estados Unidos.
Con la llegada del sonoro, los productores se niegan a estrenar "Luces de la ciudad" (1930), pero él lo hace por su propia cuenta y vuelve a romper todos los récords de taquilla, éxito que repite con "Tiempos modernos" (1936), sátira contra la automatización del trabajo, y "El gran dictador" (1940), primer filme hablado de Chaplin, una oportuna burla de los dictadores de aquella época que le trae, sin embargo, enemistades entre los sectores más reaccionarios del poder estadounidense, obligándole a abandonar el país en la década de 1950, cuando la "caza de brujas" promovida por Joseph McCarthy siembra la sospecha y la desconfianza hacia los cineastas progresistas.

Cine mudo latinoamericano 
El cinematógrafo fue conocido en la mayoría de las capitales de los países latinoamericanos inmediatamente después de la primera proyección realizada en París por los hermanos Lumière. Pero en ninguno de ellos surgió una industria propiamente dicha hasta la década de 1940.
Desde principios de siglo, a través de la distribución y la exhibición, las compañías estadounidenses de cine detentan el control de las pantallas de todo el continente, salvo en el corto periodo de la II Guerra Mundial.
Como aliado, México se benefició de este importante mercado "cedido" por Estados Unidos en detrimento de Argentina y España, el primero neutral y el segundo bajo una dictadura fascista, que vieron decaer sus respectivas industrias cinematográficas. En ese periodo México vio crecer su industria gracias a un mercado seguro de habla castellana. Las producciones por lo general eran comedias y dramas populares, cuando no películas de tendencia socio-folclórica. El cine en México había empezado con "Riña de hombres en el zócalo" (1897). A partir de esta fecha no se dejaron de producir películas, generalmente noticiarios sobre la independencia y la Revolución Mexicana como "El grito de Dolores" (1907) o "Insurrección en México" (1911), de los hermanos Alva.
En 1917 el gobierno de Venustiano Carranza restringe la difusión del cine documental revolucionario, y ese mismo año se funda la productora Azteca Film, que realiza películas de ficción como "La obsesión".

Cine mudo europeo 
La producción cinematográfica en el Reino Unido, Italia y los países nórdicos decayó de forma drástica tras el fin de la I Guerra Mundial debido al aumento de los costos de producción y a una incapacidad comercial para competir en un mercado mundial creciente. Sin embargo, en Alemania, en la recién creada Unión Soviética y en Francia, las películas alcanzaron una nueva significación artística, marcando el inicio de un periodo que sería muy influyente en el desarrollo del medio.

Alemania y Austria
El impactante e innovador cine mudo alemán tomó del expresionismo y las técnicas del teatro clásico de la época sus principales fuentes de inspiración, como muestra el ejemplo más conocido de película expresionista de la época, "El gabinete del doctor Caligari" (1919), de Robert Wiene, en la que los estilizados vestuarios y decorados se utilizaban para contar una terrorífica historia que identifica la autoridad con la demencia y la criminalidad. Una preocupación similar por la estilización formal y por lo sobrenatural en los temas (frente al prosaico realismo del cine estadounidense, que ha predominado como el único estándar debido a su éxito comercial) se evidencia en películas como "El Golem" (1920), de Paul Wegener y Henrik Galeen, "Nosferatu, el vampiro" (1922), de F.W. Murnau, y "Metrópolis" (1926) de Fritz Lang, que trata de una sociedad robótica controlada por un gran poder industrial en la que los obreros están reducidos a la condición de esclavos.
Cualquiera de estas películas, y en especial las dos últimas, crearon escuela en el cine comercial estadounidense con su temática, decorados e incluso estilo de realización. Como prueba de ello los dos directores fueron contratados por la industria de Hollywood para continuar su trabajo en aquel país.


A mediados de la década de 1920, la capacidad técnica del cine alemán sobrepasaba la de cualquier otro en el mundo.
Los actores y los directores recibían un apoyo casi ilimitado por parte del Estado, que financió los mayores y mejor equipados estudios del mundo.
Los directores alemanes liberaron a la cámara del trípode y la pusieron sobre ruedas, consiguiendo una movilidad y una gracia que no se habían visto antes. Películas como las de Murnau "El último" (1924), protagonizada por Emil Jannings, o "El espejo de la dicha" (1925), de G.W. Pabst, protagonizada por una joven Greta Garbo, fueron aclamadas universalmente por la profundidad de las emociones que comunicaban y sus innovaciones técnicas.
Debido a la emigración de los mejores talentos alemanes, austriacos, y en general centroeuropeos por la guerra, la producción de las películas decayó rápidamente tras 1925.

La Unión Soviética
Entre 1925 y 1930 apareció una serie de grandes películas soviéticas revolucionarias tanto desde un punto de vista temático como formal.
La industria del cine soviética fue nacionalizada en 1919 y puesta bajo el control del Comisariado del Pueblo para la Propaganda y la Educación. Las películas de este periodo mostraban la reciente historia soviética con una fuerza, realismo y visión que era la antítesis del espíritu introspectivo alemán.
Los dos principales directores soviéticos, Serguéi Mijáilovich Eisenstein y Vsiévolod Ilariónovich Pudovkin, dieron una importancia clave a la fotografía, a la composición del cuadro y al montaje no sólo en la estructura global de la película, sino también en la unidad del plano.
Estos directores analizaron este nuevo arte en detalle, formularon teorías, depuraron y aplicaron hasta conseguir los más brillantes logros en este campo de la historia del cine, aplicando el materialimo científico y la formulación "hipótesis-antítesis-tesis" en la composición visual.


Filmografía de Serguei Einsestein: "La huelga" (1924); "El acorazado Potemkin" (1925); "Octubre" (1928); "¡Qué viva México!" (1930/1931); Alejandro Nevsky (1938); Iván el Terrible (1944); "La conspiración de los Boyardos" (1946)

Filmografía de Pudovkin:
"La madre" (1926); El fin de San Petersburgo (1927); Tormenta sobre Asia (1928).
 Sus películas sonoras, en las que pretendía desarrollar su teoría contrapuntística del sonido en el cine (por oposición a un empleo naturalista de este elemento expresivo) incluyen El desertor (1933) y El almirante Najimov (1947).



España
En España los pioneros del nuevo arte empiezan a producir películas en 1896 inicialmente de género documental y algunos de ficción, incorporando sobreimpresiones y trucos utilizados ya por George Méliès.
Por lo general producían películas basadas en acartonados dramas teatrales. El gobierno desdeña las posibilidades del cine y ya en 1913 dicta la primera orden de censura.
En la década de 1920, la zarzuela suministra temas cinematográficos y se convierte en todo un subgénero con títulos como La revoltosa (1924) y Gigantes y cabezudos (1925), ambas de Florián Rey. Su mayor éxito lo consiguió con La aldea maldita (1929).
Paralelamente, en el año 1929, surge Luis Buñuel, director de cine adscripto a la corriente surrealista, que junto al pintor Salvador Dalí realizará "El perro andaluz", recibido con gran éxito entre la intelectualidad parisina y  elogiado por el maestro Serguei Einsestein.
La película más importante de la etapa del cine mudo español fue "Las Hurdes, tierra sin pan" (1932), de Luis Buñuel.

Francia
Solamente en Francia la industria cinematográfica tenía el vigor necesario como para sobrevivir durante la etapa que siguió a la Primera Guerra Mundial sin el apoyo del gobierno. Trabajando en pequeños estudios, alquilados para cada película, un grupo de diferentes artistas desarrolló un cine tanto de vanguardia como tradicional con un mínimo de interferencias por parte de los productores ejecutivos. El escritor, director y editor de revistas de cine Louis Delluc fue un defensor ardiente del cine francés, que se rodeó de creadores como Abel Gance, René Clair, Jean Epstein o Germaine Dulac.

Algunos ejemplos de esta época:
"Fiebre", de Louis Delluc (1922)
"Un sombrero de paja en Italia" René Clair (1927)
"Napoleón" Abel Gance (1927)
"La pasión de Juana de Arco" del danés Carl Dreyer (1928)

La madurez del cine mudo 
En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, la industria cinematográfica se convirtió en uno de los sectores principales de la industria estadounidense, generando millones de dólares de beneficios a los productores que tenían éxito. Las películas de este país se internacionalizaron y dominaron el mercado mundial. 
Los autores europeos más destacados fueron contratados por los estudios y sus técnicas se asimilaron en Hollywood, que las adaptó a sus fines comerciales. El star system floreció, y las películas utilizaron a las grandes estrellas, entre otras a Rodolfo Valentino, John Barrymore, Greta Garbo, Clara Bow y Norma Shearer, como principal atractivo para el público.
El periodo se caracterizó también por el intento de regular los valores morales del cine a través de un código de censura interna, creado por la propia industria de Hollywood en 1930 (el código Hays, bautizado así por dirigirlo el político y moralista Will H. Hays). Este tipo de instrumentos de control político moral persistieron hasta 1968 en los Estados Unidos.
Filmografía de los años 20 en EE.UU.:
"El señorito primavera" (1921) Cecil B.de Mille
"Avaricia" (1923) Erich Von Stroheim
"El caballo de hierro" (1924) John Ford
"Los peligros de flirt" (1924) Ernst Lubitsch
"El moderno Sherlock Holmes" (1924) Buster Keaton
"La quimera del oro" (1925) Charles Chaplin
"El estudiante novato" (1925) con Harold Lloyd

El documental en la época del cine mudo 


El género documental nació con el cine mismo, filmando diferentes momentos de la vida cotidiana.

Los franceses acuñaron el término para referirse a los materiales filmados durante los viajes, a través de los cuales se daban a conocer lugares y habitantes exóticos.
Las primeras películas eran documentales, ya que se limitaban a mostrar hechos que ocurrían en la calle: el terremoto de San Francisco en 1906, el vuelo de los hermanos Wright en Francia en 1908 o la erupción del volcán Etna en Sicilia en 1910 fueron sucesos filmados por cámaras de cine que se incorporaban a alguno de los noticiarios Pathé, que continuaron produciéndose hasta cerca de la década de 1950. Sin embargo, una vez que las películas de ficción se hicieron populares, las películas de hechos reales fueron casi totalmente abandonadas hasta la aparición de cineastas que realicen un tratamiento del género con una intención artística. Es el caso de documentalistas como Robert Flaherty en Estados Unidos, John Grierson en Gran Bretaña, y Dziga Vertov en la Unión Soviética. 

Las películas de Robert Flaherty
Su obra "Nanook el esquimal" (1922), estudio de la vida de ese pueblo, poseía un alto grado de acercamiento a la intimidad de los personajes, con los que establecía un contacto cálido y comprometido, que el cine documental mostraba por primera vez. Aunque su trabajo posterior, especialmente "Moana" (1926), terminada por el cineasta de ficción Murnau, y "Hombres de Arán" (1934) fueran criticadas por lo que tenían de ficcionar la realidad, son obras maestras del género, para el que consiguió el interés del gran público.
En el caso de Flaherty, sus films describen la realidad pero también narran un drama, es decir, hay una intención creativa final: cuenta una historia como si se tratara de una ficción, y por esa razón fue quizás malentendido.





John Grierson concebía la creación documental con una intención de promover el cambio social:  “el documental no es más que el tratamiento creativo de la realidad. De esta forma, el montaje de secuencias debe incluir no sólo la descripción y el ritmo, sino el comentario y el diálogo”.


Para otros, sin embargo había que abandonar la forma narrativa y abordar el material de una manera más emparentada con la plástica, la poesía u otras artes. El padre de esta corriente fue el soviético Dziga Vertov, que creó una escuela “el cine-ojo” reclamando la muerte de la narración cinematográfica y la separación con las otras artes. Poniendo todo el énfasis en el montaje como elemento esencial y único del cine, realizó un cine documental que se emparentó mucho con lo que llamamos cine experimental.




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